Entrenar y enseñar Tiro bajo estrés

 

Últimamente se ha puesto de moda hablar de estrés, de factores fisiológicos y sobre todo se ha puesto de modo, leer e interpretar autores que hablan de una cosa, y por arte de la ciencia infusa, algunos muchos, bastantes acaban directamente aplicando “el dicho al hecho”, vamos que rápidamente para argumentar una nueva invención, acaban de forma desafortunada en la mayoría de las ocasiones, implementando una idea de la que tienen vaga información ( 2 ó 3 páginas leídas de alguna obra) en una mega ultra técnica, o sencillamente en una aplicación directa a modo de adorno de sus habilidades.

También está muy de moda el tratar el estrés de combate, como si fuera algo fácil de promover. No conozco todavía en más de 5 lustros de oficio, una forma eficaz y realista de entrenamiento, que se acerque al 10% de lo que puede experimentar el ser humano en una situación de peligro de muerte. Sencillamente porque es imposible. A día de hoy sin drogas añadidas, y sin riesgos los inherentes del combate propiciados de forma mágica por las teorías del grito, de los golpes, de la simunition, o de los disparos cerca de la oreja, no hay manera de propiciar que nuestro corazón pase de 60 ppm a 185ppm en 4 segundos, segregando nuestro organismo adrenalinas, y provocando efectos fisiológicos inmediatos. Y si alguno vende eso o les cuenta eso a un grupo de avezados padawan o alumnos, es un verdadero necio y un mentiroso.

Dominar el estrés, otra de esas cosas de moda. ¿Dominar el qué?… podremos hacer muchas cosas, pero dominar…., podremos encauzar, reconducir conductas, mejorar respuestas mecánicas, pero dominar nuestro cerebro primitivo, reptiliano, o cachorro es hablar en los albores del siglo XXI de mera ciencia ficción. Y no porque lo afirme el que suscribe, neófito en los recónditos secretos del cerebro humano, sino porque detrás de mis humildes apreciaciones hay muchos profesionales de la ciencia que así lo han demostrado empíricamente.

Y llegamos al tiro, al momento estrella que a tantos gusta en sus clases magistrales, en sus cursos operativos, tácticos, y sobre todo entretenidos. Y sobre todo en aquellas materias encaminadas a instruir al alumno en tiro defensivo, reactivo, dirigido, apuntado… y se plantan delante de un blanco, y hacen uso de su arte en el manejo de la pistola, con grandes acrobacias o grandes explicaciones y demostraciones. Y no se plantean que están robando a la verdad algo muy importante, que están enseñando a tirar “al pato”, no están enseñando un tiro de supervivencia, por mucho que se muevan, por mucho que salten o rompan la X. Sencillamente, se están regodeando de cuanto saben, y no de lo que deben enseñar o mostrar.

Es habitual en los cursos, cursillos y jornadillas de tiro ver como el refuerzo positivo, importante él, se utiliza como efecto placebo para que el alumno no se dé cuenta de que le están tomando el pelo. Que le están enseñando a disparar con ciertos nervios propios de pensar, “haré el ridículo”…”el resto son mejores”… etc., y no le están enseñando a entender que en caso real, todo eso que ha aprendido, de las luces, de la muñeca, de la súper posición de tiro, sobre la puntería, sobre el tiro a dos manos, a una mano, de rodillas, tras parapeto, tras lo que sea, es mera fábula.

Fábula digo, porque salvo los muy acostumbrados a batirse en las cloacas de la vida a tiro limpio, el resto, no saben cuál es su reacción primaria al sonido de la primera detonación. Ya sea cercana o lejana, ya vea o no el impacto, la primera vez suele ser un estado de quedar absorto, intentando racionalizar el hecho. Y no es lo mismo un disparo a 200 metros que impacta en la chapa de un vehículo, que provoca igualmente miedo, que ver la deflagración de la boca de fuego de una pistola a 2 metros.

Y de 200 metros seguramente muchos sepan de lo que hablo, o de 100 e incluso de 25, pero de 2 metros, conozco muy pocos.

Esa situación de desboque fisiológico que apellidamos estrés en término general, es lo que va a mandar en nuestro organismo, en nuestro yo no controlable ni dirigible, y eso es lo que hay que entender, y a ser posible estudiar. Y ya, si es posible, intentar entrenar nuestras reacciones mecánicas (agacharnos, desenfundar, correr, disparar, intentar mirar y extraer información del entorno antes de que nuestras capacidades cognitivas se degeneren, etc.), y poco más.

Cuando hay que realizar disparos bajo estrés de combate, hay que entender que una parte tan importante nuestra, como es nuestra supremacía cognitiva ante los efectos de la naturaleza fisiológica, se degrada hasta límites de nuestro instinto básico de supervivencia, donde no hay cabida para muchas cosas, salvo que se hayan entrenado y entrenado, y se hayan quedado grabadas en nuestro cuerpo y fluyan como una reacción automática. Valga el ejemplo del boxeador, que instintivamente ante una acción de golpeo, rápidamente sin pensar eleva la guardia y se protege. Si no entrenamos a desenfundar y dirigir nuestro arma hacia el adversario que nos ataca, sino entrenamos ese simple hecho y lo desmultiplicamos para perfeccionar mil cosas, sueltas de seguros, empuñes, desenfundes, altura de bloqueo, dirección del arma hacia el adversario, etc…, el día que haya que hacerlo, no pasaremos de dar tirones desde la empuñadura hacia arriba, sin otra respuesta que el fracaso. Y ello hará que todavía nos hundamos más en ese desboque fisiológico.

Antes de enseñar a disparar de forma magistral argumentando tiro defensivo o reactivo, hay que enseñar a desenfundar, a dirigir el arma, a entender que nos está pasando. Hay que enseñar a saber que tenemos entre manos, que munición usamos, que efectos físicos producen. Hay que entrenar y enseñar a disparar de forma fácil y reactiva, dirigiendo el arma, ganando milésimas de segundo al adversario.

Hay que enseñar a moverse, a andar. Sí, hay que enseñar a andar a la gente que bajo fuego, y en situación de estrés de combate, debe abandonar su posición estática, y debe aprender a correr o andar deprisa mientras hace fuego, mientras dirige, y digo dirige su boca de fuego hacia el objetivo.

Hay que enseñar a portar el equipo, a saber las posibilidades de supervivencia que da o no da un chaleco de protección balística, a enseñar que no por agacharse a 4 metros se está reduciendo silueta ante el agresor. Hay que enseñar que esas posiciones mágicas de las líneas de tiro, donde hacemos blanco a 3 metros en círculos como monedas de euro, en movimiento, bajo estrés, con miedo, con terror, no van a ser posibles. Y hay que enseñar que cosas sí que son posibles.

Entre los avezados instructores que se ahogan en sus egos de grandes tiradores, es muy habitual hablar de fuego en movimiento, y sí que hacen bonitos gestos de tiro, y sí que hacen algunos rupturas posicionales, pero siguen disparando bajo un tempo controlado, bajo unas circunstancias irreales, y por lo tanto, siguen enseñando cosas improbables, por mucho tambor que les den sus acólitos o vecinos.

El tiro bajo estrés siempre va a tener un carácter inicial defensivo, inesperado. Dado que si supiéramos que vamos a entrar en un tiroteo, seguramente nuestra mentalización, equipo y táctica estaría muy estudiada y planificada, y tendríamos tiempo de un acondicionamiento mental entre otras cosas. Pero se da la mal fortuna, que normalmente ese tipo de tiro, con sus recargas, con sus pasitos, con sus carreras, con sus interrupciones, con sus caídas, con sus miedos, con sus todo… ese tipo de tiro, siempre es inesperado y sobre todo, involuntario.

Bajo los efectos fisiológicos del estrés, toda técnica como ya hemos dicho antes que no se haya entrenado, no va a sucederse. Y casi siempre, haremos algo que todo ser humano hace bien, poner las manos por delante, retroceder agachando la silueta, y ante tanto paso torpe y ante tanto miedo, nos iremos al suelo dando con nuestro trasero en él. Y a partir de ahí, lo que venga… game over.

Si se enseña al alumno antes de empezar a disparar magistralmente, a moverse, a retroceder, a romper la línea, a romper la estaticidad y posición espacial, seguramente le estaremos dando la mejor herramienta, mucho mejor que decirle que a tres metros sin apuntar y con el arma en la cadera o desde el plexo, se puede hacer fuego efectivo, apuntando con nuestro cuerpo al adversario, sin necesidad de usar los elementos de puntería del arma.

Si se le enseña al alumno a que correr es mejor que andar, que la distancia es una variable muy importante en el tiro, que el movimiento es a la “y” en esa ecuación con variables, entonces estaremos en el camino correcto para empezar a entrenar y enseñar al alumno a manejar sus reacciones condicionadas ante el estrés.

Hay que inducir al alumno a pensar que cualquier movimiento que haga en esas condiciones, va a ser con proyectiles zumbando a su alrededor, y con muchas posibilidades de que alguno le impacte, y ni siquiera sea consciente de ello. Hay que educar al alumno en el conocimiento básico de las reacciones fisiológicas, no contarles la película de que si a tales pulsaciones entramos en exclusión auditiva o en efecto de visión túnel. Hay que ofrecer información de calidad, seria y trabajada, alejada de las piruetas de la línea de tiro.

Tan importante es el enseñar la reacción en el campo de tiro, como educar la mente en el conocimiento de todo aquello que es necesario saber y entender.

Enseñar bajo estrés, también de moda, gritando al oído, ordenando ejercicios infames, cargando pesos, escuchando disparos cercanos, tragando humo, y soportando berridos inaudibles del instructor, es algo que he visto y vivido. Y efectivamente, tiene cierto grado de validez, estamos tocando la fibra sensible al alumno, y le estamos provocando “nervios” y “descontrol”, pero no le provocamos miedo a la muerte. Y por eso hay que ser consecuentes y no engañar.

La inducción al estrés, el inocular miedo y dolor, son herramientas válidas dependiendo del nivel de adiestramiento del alumno. Pero hay que explicar el porqué, hay que mostrarles la finalidad, para que comprendan que nada de lo experimentado se acerca a ese momento, pero… sí que aprenden que si bajo determinados estímulos que pueden ser controlados, ellos fallan, deben de mejorar e insistir.

El estrés aeróbico es una buena herramienta, siempre la defiendo. Porque provoca degradación muscular, y en un momento dado, dispersión cognitiva. Si a ello le incluimos dependiendo del nivel de adiestramiento del alumno, una inoculación de matices de dolor, por ejemplo impactos de municiones no letales. Todo ello va provocando en el alumno una degradación que lo arrastra hacia una posición a la que habitualmente no está acostumbrado a entrenar (y estoy hablando de personal con cierto grado de instrucción, no de neófitos de tirada anual de reciclaje).

Es un error enseñar a quien no sabe andar o correr bajo estrés, a disparar a gritos, haciendo flexiones, portando bultos, oyendo disparos. Sistemáticamente cometerá el mismo error. Y le provocará entrar en un bucle que no va a entender.

Hay que adaptarse a los alumnos queridos instructores, y no adaptar el alumnado al “instructor”. Hay que hablar con ellos, hay que estudiarlos y hay que darles las herramientas adecuadas a cada uno. Y habrá quien diga, el nivel del curso ya se pone, y yo digo…¡¡ JA ¡!… prima más cierto interés ególatra que otra cosa, y sencillamente porque muchos años he sido alumno, y he aprendido a observar y analizar que me han enseñado y como me lo han enseñado, con que me he quedado y porqué.

Es lo mismo que las fantásticas recargas con sus mil nombres, que siempre se indican que han de ser así, que hay que poner asá los cargadores, que si dejo caer el cargador, que si a la bolsa de descarga, que si saco primero el del portacargador y luego el de la pistola, que si la posición en “L”… bla…bla…bla. Si no enseñamos a recargar corriendo, sin mirar seguramente, porque no vamos a poder quitar la mirada del que nos está disparando, no estamos haciendo otra cosa que engañar, mentir, y llevar a la tumba.

Y es que… no somos tan buenos, queridos amigos…. No somos tan buenos enseñando, porque a veces o la mayoría de las veces, nos acomodamos a un tipo de alumno, a una forma de enseñar que es la que está en nuestras zonas de confort, y nos acomodamos a los vítores de los alumnos y compinches que nos dicen que somos la repera. Y no es así. Todo el mundo debería hacer introspección humildemente, y ver donde los egos secuestran los pasos necesarios para dar una formación realista. Donde tenemos carencias, porque pretender ser iconos, cuando un maestro ha de ser alguien que siempre quiera aprender y reconocer sus fallos.

Como decía un gran aprendiz (maestro) que anda por el otro lado del charco, “los maestros también fallan tiros, y los maestros también hierran a veces, por eso han de escuchar y por eso han de aprender de a quienes enseñan”. No consiste en ser un artista dando siempre en el 10, consiste en ser capaz de enseñar a los demás a dar en el 10. Y no siempre dar en el 10 es cosa de disparar 300 cartuchos en una mañana en ejercicios y blancos “fashion”, a veces bastarán 10 cartuchos y una buena mano que le diga, “corre, corre más, dirige el arma…y dispara apuntando con tus ojos, con la corredera, y corre…., extiende el brazo, gira 30º la muñeca,…corre…. Dispara….”

El tiro bajo estrés conlleva muchas cosas, todas importantes, todas a su tiempo. Una vez que tenemos un buen tirador a pie firme, con sus amneas, con su correcta alineación de miras, hay que enseñarle que ese tipo de tiro será de un 0,00000010% en la vida real, donde en la calle, todo fluye y es velocidad. Y no es cosa de correr, sino de fluir haciendo lo que hay que hacer, a tiempo y con cierta corrección.

Hay que enseñar primero que es el estrés, que nos sucede, como respondemos, que se puede y que no se puede hacer. Hay que enseñar al alumno a descubrirse a si mismo, a entender y recuperar en su memoria, los resquicios del estrés en ellos en algunas situaciones pasadas. Hay que inducir a la reflexión, al análisis de todo lo pasado. Y tras ese tiempo de aprendizaje y análisis y conocimiento sobre el campo de las reacciones fisiológicas, pasar a otras cosas.

Hay que enseñar a andar, a correr, sin mirar, sin pensar, hay que mostrar que la vida es como un baile, como una danza, en la que hay que coger unos ritmos y movernos a través de ellos.

Hay que enseñar a romper con lo estático, a romper con lo posicional. Hay que enseñar la palabra “proactividad”, intentar explotar al máximo nuestras capacidades cognitivas antes de que entren en un proceso irremediablemente degenerativo fruto de las reacciones fisiológicas.

Hay que enseñar a manipular las armas sin contar en muchas ocasiones con las habilidades motoras finas. Hay que “trucar” los pistoletes y correderas, con lija por ejemplo, para que en el momento más impreciso, seamos eficaces y precisos mecanizando el arma.

Hay que enseñar apuntar el arma con el cuerpo, a disparar en movimiento, a usar el punto de mira, a no depender bajo estrés del alza porque no la veremos seguramente. Hay que enseñar la morfología humana, como un empuñe a una mano es mejor de una forma que otra.

Y hay que enseñar a disparar una vez más, porque donde a pie firme todo eran 10 y ahora son 2 y 3…. Y no es porque hayamos perdido cualidades y capacidades, sencillamente, es porque estamos haciendo algo que nunca hemos hecho.

Y esa es la reflexión final “hay que entrenar y trabajar duro y constante todo aquello que nunca hemos hecho”, y no por mas gritos, disparos al aire o humos, vamos a enseñar mejor el trabajo bajo estrés. Un saludo cordial.

 

 

2 comentarios en “Entrenar y enseñar Tiro bajo estrés”

  1. Tienes razón en muchas cosas de las que dices, no veo bien el tono despectivo que empleas para hablar de otros instructores.
    Entrenar con estrés es muy difícil desde luego, lo difícil es dar con un instructor que lo tenga claro basado en su experiencia real operativa en el trabajo, de artículos o libros todos sabemos opinar incluso instruir.
    Ratificar lo que enseñas con experiencia real es un binomio que pocas veces falla, ya depende de la capacidad del profesor en transmitir.

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  2. A esos «instructores» a los que yo llamo traficantes de vidas hay que ponerlos en su sitio desde el minuto uno……no será la primera vez que a los cinco minutos de curso me haya marchado…..estoy COMPLETAMENTE de acuerdo con tu forma de definir a estos personajes con egos enormes…..que viven anclados en el pasado y que se las dan de poco menos que Dioses poseedores de la verdad más absoluta……y sabes que es lo peor???…..que van a seguir haciendo «daño» a las nuevas generaciones de policías…..vigilantes…..militares….o cualquiera que sea el campo donde aparezcan.

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